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El Junior Shalom en el país de las maravillas. (13/02/2016)

Este sábado hemos comenzado la tarde viendo un vídeo relacionado con el principio Junior «Ser exigente con uno mismo y comprensivo con los demás»; en el se veía como un indigente compartía con otro un trozo de pizza.

Luego hemos tenido la oportunidad de viajar nada mas y nada menos que al País de las Maravillas.
Allí nos hemos encontrado a Alicia muy alterada ya que la Reina se había vuelto más loca de lo que ya estaba. Resulta que había estado sacando leyes absurdas y sin sentido. Fue por ello por lo que decidimos buscar a todos aquellos que poseían cada una de las leyes estúpidas y así destruirlas.

Al Sombrerero Loco le tuvimos que demostrar que somos tan buenos como el lanzando sombreros para que nos diese la ley, al Conejo Blanco le tuvimos que enseñar a cronometrar el tiempo sin tener un reloj, ya que siempre utilizaba uno muy pesado y siempre llegaba demasiado pronto a los sitios. El gato Cheshire no pidió nada a cambio de darnos la ley, el problema es que nos dio la ley en un mensaje en clave y nosotros tuvimos que descifrarla, la Reina Blanca nos contó que a ella le gustaba mucho jugar al ajedrez pero no se acordaba donde se ponía cada una de las piezas así que tuvimos que ayudarle a colocarlas.

Las leyes que recuperamos eran superabsurdas; no se permitía comer chocolate, ni ayudar a los demás, ni trabajar en equipo, ni llevar relojes…

Ya creyendo que habíamos conseguido ganar a la reina robándole la leyes estúpidas, apareció gritando que como no apareciesen las leyes le cortaría la cabeza a Alicia.

Trazamos un plan y decidimos volver a pedir ayuda a los personajes de país para que nos diesen las leyes buenas.

Así pues el gato nos dio la ley buena a cambio de que le hiciésemos reír, la Reina Blanca como vivía dentro de un espejo quería que anduviésemos hacía atrás encima de una cuerda y con el espejo para que empatizásemos con ella, el conejo pidió que le ayudásemos a arreglar su reloj y el Sombrerero a cambio bailarle una danza con la pelota en la cabeza.

Finalmente engañamos a la Reina Roja para que aprobase las leyes buenas creyendo que eran las malas; Alicia quedó superagradecida con nosotros.

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